El libro de los Espiritus salio a la luz y fue publicado en 1860 por el autor Allan Kardec.La pregunta clave que nos hacemos ahora es si el espíritu, antes de
retornar a la materia, puede elegir sus futuras pruebas. La respuesta es
sí, aunque con matices.
Evidentemente, si el alma no participara de esa “programación” que
elabora antes de descender a este plano, su facultad de libre albedrío
quedaría mermada y si existe una causa fundamental en el desarrollo de
la vida humana, es precisamente la capacidad del sujeto para elegir. Sin
asumir este concepto, nada tendría sentido, porque resultaría no solo
inútil sino también desesperanzador creer en la fatalidad como auténtica
conductora de nuestra existencia.
Ahora bien, la facultad del espíritu para escoger las pruebas que
cruzará en la Tierra no es absoluta. Como en otros aspectos, no se trata
de aplicar un criterio de todo o nada sino de grado. Acorde a la ley de
causa y efecto, el alma precisa de una serie de ajustes que no pueden
ser eliminados o ignorados. Tal es el caso de las expiaciones,
coyunturas que muchos deben atravesar de forma obligatoria para adecuar
sus parámetros evolutivos conforme a la legislación divina.
El Libro de los Espíritus
258. En el estado errante, antes de comenzar una nueva existencia corporl, ¿ tiene el Espíritu conciencia y previsión de lo que habrá de sucederle durante la vida?
"El mismo escoge la clase de pruebas que quiere sufrir. En eso consiste su llibre albedrío"
258a.- Entonces, ¿ no es Dios quien le impone las tribulaciones de la vida como castigo?
"Nada sucede sin el permiso de Dios, pues es El quien ha establecido la Leyes que rigen el universo. ¡Preguntas, pues, por qué tal ley en vez de otra¡ Al dar al Espíritu la libertad de elegir, Dios le deja la responsabilidad completa de su actos y de las consecuenciass de estos. Nada obstaculiza su porvenir.Puede optar por seguir el camino del bien o el del mal.Pero si sucumbe, le queda un consuelo: no todo terminó para él, pues Dios, en su bondad, le deja la libertd para que recomience lo que hizo mal. Por otra parte, es necesario distinguir lo que es obra de la voluntad de Dios, de lo que es obra de la voluntad del hombre. Si un peligro o amenaza, no habréis sido vosotros quienes lo crearon, sino Dios.
No obstante, vuestra fue la voluntad de exponeros a ese peligro porque habéis visto en él un medio para vuestro progreso, y Dios lo ha permitido. "
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