El paradigma científico oficial empieza a tener que reconocer la realidad de las comunicaciones mediúmnicas. Como ciencia del espiritu, el espiritismo es una filosofía dinámica que dialoga incluso con sus opositores para mejor explicar los fenómenos propios del intercambio entre encarnados y desencarnados.
Médiums interesados : Charlatismo : este término alude a la explotación de la credulidad pública, los fraudes espiritas y las artimañas.
304. Como todo puede convertirse en objeto de explotación, no habría nada de extraño en el hecho de que también se quisera explotar a los Espiritus. Falta saber cómo lo tomarían ellos, en caso de que se intentara llevar a cabo esa especulación.
Diremos en principio, que nada se restaría mejor al charlatismo y a las artimañas que semejante empresa. Así como hay falsos sonánbulos, también es probable que haya falsos médiums, y en mayorcantidad que aquellos. Este simple hecho sería motivo suficiente para que desconfiáramos. El desinterés, en cambio, es la respuesta mas catégorica que se puede dar a aquellos que sólo ven los fenómenos una hábil maniobra. El charlatismo desinteresado no existe.
¿ Cuál sería, entonces, el objetivo de aquellos que empleasen el engaño sin provecho, sobre todo cuando cuando su notoria honorabilidad los colocara por encima de toda sospecha?.
Si bien la gancia de un médium podría extraer de su facultad constituye un motivo de sospecha, esa circunstancia no prueba, de por sí, que esa sospecha tenga fundamento.
El podría tener una verdadera aptitud y actuar de muy buena fe, incluso si se hiciera retribuir. En ese caso, veamos si se puede esperar, razonablemente , algún resultado satisfactorio.
«No creáis a todo espíritu; probad antes si viene de Dios».
Jesús de Nazaret, Evangelio según San Juan.
Resulta habitual en los grupos espiritas
llevar a cabo trabajos mediúmnicos sí disponen de los médiums
apropiados. Dichos trabajos de mediumnidad tienen, por lo general, dos
diferentes enfoques: El primero de ellos tiene por misión dar luz a
espíritus sufrientes, haciéndoles comprender que ya abandonaron su
cuerpo físico y que deben incorporarse a la vida espiritual para
proseguir su camino de evolución en el plano que les corresponde.
La segunda y no menos importante es:
Recibir las instrucciones y consejos necesarios para que el grupo de
trabajo espírita no se estanque en su progreso y camine la senda
correcta para la consecución de sus objetivos y compromisos
espirituales.
Para ello, resulta conveniente poner en
tela de juicio, siempre, las diferentes comunicaciones obtenidas,
sometiéndolas al crisol de la razón y el sentido común, para así, no dar
por válidos aquellos mensajes de aspecto frívolo o, meramente
formales, pero que carecen de enriquecimiento que nos sirva como futuras
pautas de conducta para nuestro desarrollo como grupo. Ello, siempre en
función de las circunstancias que esté atravesando el grupo en ese
momento.
Los Espíritus formales no todos
tienen igual ilustración. Hay muchas cosas que ellos ignoran y sobre las
cuales pueden engañarse de buena fe; por eso los Espíritus
verdaderamente superiores nos aconsejan, sin cesar, que sometamos todas
las comunicaciones al examen de la razón y de la más severa lógica. (
Allan Kardec, Libro de los Médiums, Cap. X, Naturaleza de las comunicaciones).
Vemos cómo el codificador incide en este punto, resaltando en todo momento que los espíritus verdaderamente superiores:
Aconsejan constantemente someter todas las comunicaciones recibidas al examen de la razón.
Todas, sin excepción; dándonos a entender que no debemos bajar la
guardia y aceptar por buenos los comunicados recibidos, sin más. Si de
hecho resulta difícil juzgar las intenciones humanas, cuanto más las
espirituales.
>Dada la infinita escala de evolución de
los espíritus, resulta normal y absolutamente lógico que desconozcamos
el tipo de entidad de la que procede el mensaje, si previamente no
sometemos su contenido al análisis de la razón y la lógica.
¿Qué está sucediendo constantemente en
los grupos de trabajo? Simplemente que después de un mensaje se suele
comentar lo indicado por las entidades espirituales, dando por sentado
que esa comunicación viene necesariamente de un espíritu superior, sea
de un espíritu evolucionado, familiar, amigo o guía del grupo, pero
damos siempre por sentado que la comunicación es válida y el comunicante
digno de confianza.
¡¡Craso error!! Con ello estamos
manifestando nuestra ignorancia sobre las pautas marcadas por las
entidades superiores, que nos enseñan en todo momento y con todo lujo de
detalles, cuál debe ser el modo de proceder en las comunicaciones, su
desarrollo, los diferentes tipos de espíritus comunicantes, las variadas
formas de calificar los mensajes, etc., Todo un tratado de sabiduría
mediúmnica, que tristemente no empleamos ni en su más mínima expresión.
>
Se trata de un asunto de especial gravedad.
No en balde Allan Kardec y un sinnúmero de espíritus superiores le
conceden una importancia extrema al análisis y estudio de los
comunicados para saber extraer de ellos, únicamente, las informaciones
útiles.
¡¡Es mejor rechazar 99 verdades antes que aceptar una sola mentira!! (Allan Kardec)
">Aseveraba el maestro de Lyon
,
dándonos a entender la acuciante necesidad de impedir que pasen por
nuestros centros espíritus inferiores con la intención de hacernos
perder el tiempo.
Este hecho, cobra especial relevancia
cuando se ha perdido por completo la facultad de analizar al espíritu
comunicante y su mensaje. Con ello estamos dejando las puertas abiertas
para que espíritus de baja condición se hagan con el control del trabajo
mediúmnico, e influyan en el comportamiento y actitudes futuras de sus
componentes; quienes, de forma inconsciente estarán siguiendo sus
pautas, que tienen como único fin desestabilizar y destruir el trabajo
no sólo de mediumnidad, sino también frenándoles, entorpeciéndoles, y
desviando la atención de sus verdaderos objetivos y compromisos como
grupo de índole espiritual.
hos grupos espíritas se encuentran desorientados y confusos pues, al
no descartar comunicaciones equívocas, están admitiendo como válido a
cualquier comunicante. Finalmente lo que se consigue es poner al médium
especialmente, y al grupo en general, bajo la tutela de espíritus
mediocres y frívolos, falsos sabios que de manera muy inteligente van
fijando sus ideas y falsos principios, alejándoles de su verdadera
tarea, los compromisos espirituales adquiridos para la propagación del
Espiritismo y la evolución personal y del grupo.
Un síntoma inequívoco de que se está
produciendo un proceso de obsesión y de perturbación por parte de la
parte espiritual negativa es cuando comienzan a producirse en los
miembros del grupo divisiones y desencuentros que en otros momentos no
se producían, es entonces cuando debemos observar la gravedad de la
situación y tener la humildad suficiente para elevar nuestras oraciones y
volver a la buena senda de la unión.
Debemos tener muy presente el grave
peligro que para todos los grupos Espíritas supone esta circunstancia,
pues, debido al acecho constante del plano inferior, con organizaciones
destinadas a atacar y provocar la falta de unión y entendimiento en los
grupos, se está poniendo en serio peligro su labor. Y suelen lograrlo
con mucha facilidad si bajamos la guardia y no seguimos fielmente las
pautas que los espíritus superiores nos marcan. De este modo
conseguiremos estar bajo su amparo y protección y así, poder librarnos
de los embates de estos hermanos oscurecidos que, en demasiadas
ocasiones logran alcanzar sus propósitos.
Para los grupos, su prioridad será siempre cumplir las reglas que nos dejó el Maestro: La primera:
“A mis discípulos se les reconocerá porque se aman” y, la segunda
: “Convertirse en hombres de bien, alcanzando cada día un mayor grado de evolución espiritual”.
¡¡Sed pues perfectos como mi padre es perfecto!!
El Amor del que nos habla el Maestro
trae consigo la armonía, la unión, el deseo de trabajar juntos, un
ambiente de paz y confianza, serenidad y paz en el espíritu, haciendo
que las críticas y las opiniones sean aceptadas de buen grado y con
espíritu de análisis y reflexión. Y sobre todo alejan el personalismo y
las pautas de comportamiento individualistas, que llevan a la creación
en los grupos de diferentes facciones.
Muy lejos de estas premisas, entre
muchos grupos espíritas se prioriza la notoriedad, la rivalidad, el
egoísmo y todo tipo de iniciativas que impiden caminar todos juntos. Tal
parece como si cada miembro del grupo tuviese su particular escuela. Al
final, lo que se consigue es una falta de entendimiento y destrucción
de los grupos, que es en definitiva, lo buscado por esos espíritus
burlones y pseudo-sabios.
>Este tipo de actitudes y comportamientos
abren una profunda grieta en la formación y evolución de los grupos,
propiciando que se infiltren esos espíritus embaucadores y malévolos, a
quienes les abrimos las puertas y damos todo tipo de facilidades para
conseguir sus propósitos.
¡Cuán pocas críticas se ven en los
trabajos mediúmnicos! Qué poco se llevan a la práctica, el estudio y el
análisis constructivo de los mensajes. Análisis que comienza por el
propio médium, que debe ser el primero en realizar un examen íntimo: De
las condiciones internas con las que llega al trabajo y finalmente,
revisando el desarrollo de su trabajo en él. Él mejor que nadie, sabe
cómo se siente y como ha llevado a término su labor. Debe poseer la
suficiente humildad, educación moral y control de su facultad para
impedir que cualquier espíritu burlón, engañoso y frívolo pueda pasar
por él y comunicarse.
Pero esto, no es únicamente tarea suya,
también recae en el director del trabajo y del resto de los asistentes
quienes, deben participar activamente y someter también al buen criterio
y al análisis, los mensajes recibidos. Nadie se deberá molestar por
ello, muy al contrario, es su deber y obligación hacerlo. Si algún
médium se siente ofendido por ello, estará demostrando su sometimiento a
la voluntad de los falsos espíritus. Esta actitud le descalificaría
como médium espírita.
Debemos tener presente, que los médiums,
generalmente denominados parlantes o de psicofonía, son completamente
conscientes de los mensajes que transmiten y, al igual que el resto de
intervinientes, oyen perfectamente sus propios comunicados. Por mucha
buena voluntad que tengan y aun sin desearlo, acabarán interfiriendo en
mayor o menor medida en los comunicados.
En el caso de los médiums mecánicos, la
situación es completamente diferente, ya que no son conscientes de sus
comunicados, resultándoles por tanto imposible interferir en lo que
transmiten. Estos médiums, son “rara avis” (más bien raros), y podemos
confiar plenamente en sus mensajes.
Si tomamos en consideración todo lo
anterior, debemos tener muy claro que no debemos creer todo aquello que
se diga en los trabajos mediúmnicos y menos, cuando se reitera algo que
ya sabemos de antemano.
Debemos pues, retomar los trabajos
espirituales con la gravedad que merecen, acudir a ellos con la adecuada
higiene psíquica, con deseos de aprender y de llevar a buen término los
trabajos mediúmnicos y perder el temor a la hora de descartar aquellas
comunicaciones que carezcan de transcendencia. Debemos tomarlas como una
parte del desarrollo del médium y un aprendizaje para todos.
El desarrollo de un médium digno de
confianza es un proceso largo, que requiere mucha educación y
estabilidad por su parte y, de la buena escuela que tenga el grupo que
le cobija. La experiencia es un grado y esto no se consigue a corto
plazo, especialmente, si nunca se han sometido las comunicaciones a la
metodología del Libro de los Médiums.
Tampoco debemos caer en el error de la
rutina, considerando que, por el hecho de llevar mucho tiempo realizando
trabajos espirituales, ya estamos en las manos correctas y que podemos
prescindir del estudio y análisis de los comunicados. Los médiums, al
igual que la mayoría de los espíritas, somos personas de grandes
defectos, sometidos a todo tipo de influencias. Podemos estar pasando
períodos de pruebas y crisis y, en cualquier momento, estar expuestos a
la influencia y sometimiento de los espíritus inferiores. Por tanto, no
debemos confiarnos y utilizar siempre el discernimiento y el espíritu
crítico. (Único medio de evitar errores e influencias de los planos
inferiores).
Es el precio a pagar si queremos tener
unas adecuadas comunicaciones en nuestros centros. Debemos por tanto:
Cultivar el análisis, la sana crítica y la ausencia de miedo a la hora
de despreciar cualquier comunicación sospechosa o que carezca de
interés. Tengamos muy claro que los espíritus inferiores saben meter un
grano en un montón de paja y no por ello la comunicación tiene validez.
A título de ejemplo, citar que el buen
amigo Divaldo Pereira Franco, en una de sus conferencias durante un
congreso en España, citó qué, después de 10 años de prácticas diarias en
la facultad de psicografía y, habiendo guardado todas las
comunicaciones recibidas en ese plazo de tiempo, le indicaron finalmente
que las rompiera y tirara, que sólo habían sido parte de su desarrollo,
siendo a partir de ese momento concreto que comenzaba su trabajo de
médium de escritura.
Consideremos este ejemplo como modelo
que nos permita valorar el tiempo necesario para el desarrollo y
educación de una facultad de escritura, mucho más sencilla que la de
psicofonía.
“Traemos estas consideraciones para todos aquellos que desean servir como instrumentos del plano espiritual”.
137/ Las comunicaciones
instructivas son mensajes formales, que tienen por principal objeto
alguna enseñanza dada por los Espíritus, sobre ciencias, moral,
filosofía, etc. Son más o menos profundas, según el grado de elevación o
de «desmaterialización
» del Espíritu. Para obtener un
fruto real de estas comunicaciones, es preciso que se regularicen y se
continúen con perseverancia. Los Espíritus formales se interesan por
aquellos que quieren instruirse y los secundan, mientras que dejan a
Espíritus ligeros el cuidado de divertir a los que solo ven en estas
manifestaciones una distracción pasajera. Por la regularidad y
frecuencia de estas comunicaciones es como se puede apreciar el valor
moral e intelectual de los Espíritus con los cuales uno se comunica, y
el grado de confianza que merecen. Sí la experiencia es necesaria para
juzgar a los hombres, mayor se necesita para juzgar a los Espíritus. (Allan Kardec, el libro de los médiums, CAP X, Naturaleza de las comunicaciones).«No creáis a todo espíritu; probad antes si viene de Dios».
Jesús de Nazaret, Evangelio según San Juan.
Resulta habitual en los grupos espiritas
llevar a cabo trabajos mediúmnicos sí disponen de los médiums
apropiados. Dichos trabajos de mediumnidad tienen, por lo general, dos
diferentes enfoques: El primero de ellos tiene por misión dar luz a
espíritus sufrientes, haciéndoles comprender que ya abandonaron su
cuerpo físico y que deben incorporarse a la vida espiritual para
proseguir su camino de evolución en el plano que les corresponde.
La segunda y no menos importante es:
Recibir las instrucciones y consejos necesarios para que el grupo de
trabajo espírita no se estanque en su progreso y camine la senda
correcta para la consecución de sus objetivos y compromisos
espirituales.
Para ello, resulta conveniente poner en
tela de juicio, siempre, las diferentes comunicaciones obtenidas,
sometiéndolas al crisol de la razón y el sentido común, para así, no dar
por válidos aquellos mensajes de aspecto frívolo o, meramente
formales, pero que carecen de enriquecimiento que nos sirva como futuras
pautas de conducta para nuestro desarrollo como grupo. Ello, siempre en
función de las circunstancias que esté atravesando el grupo en ese
momento.
Los Espíritus formales no todos
tienen igual ilustración. Hay muchas cosas que ellos ignoran y sobre las
cuales pueden engañarse de buena fe; por eso los Espíritus
verdaderamente superiores nos aconsejan, sin cesar, que sometamos todas
las comunicaciones al examen de la razón y de la más severa lógica. (Allan Kardec, Libro de los Médiums, Cap. X, Naturaleza de las comunicaciones).
Vemos cómo el codificador incide en este punto, resaltando en todo momento que los espíritus verdaderamente superiores: Aconsejan constantemente someter todas las comunicaciones recibidas al examen de la razón.
Todas, sin excepción; dándonos a entender que no debemos bajar la
guardia y aceptar por buenos los comunicados recibidos, sin más. Si de
hecho resulta difícil juzgar las intenciones humanas, cuanto más las
espirituales.
Dada la infinita escala de evolución de
los espíritus, resulta normal y absolutamente lógico que desconozcamos
el tipo de entidad de la que procede el mensaje, si previamente no
sometemos su contenido al análisis de la razón y la lógica.
¿Qué está sucediendo constantemente en
los grupos de trabajo? Simplemente que después de un mensaje se suele
comentar lo indicado por las entidades espirituales, dando por sentado
que esa comunicación viene necesariamente de un espíritu superior, sea
de un espíritu evolucionado, familiar, amigo o guía del grupo, pero
damos siempre por sentado que la comunicación es válida y el comunicante
digno de confianza.
¡¡Craso error!! Con ello estamos
manifestando nuestra ignorancia sobre las pautas marcadas por las
entidades superiores, que nos enseñan en todo momento y con todo lujo de
detalles, cuál debe ser el modo de proceder en las comunicaciones, su
desarrollo, los diferentes tipos de espíritus comunicantes, las variadas
formas de calificar los mensajes, etc., Todo un tratado de sabiduría
mediúmnica, que tristemente no empleamos ni en su más mínima expresión.
Se trata de un asunto de especial gravedad.
No en balde Allan Kardec y un sinnúmero de espíritus superiores le
conceden una importancia extrema al análisis y estudio de los
comunicados para saber extraer de ellos, únicamente, las informaciones
útiles.
¡¡Es mejor rechazar 99 verdades antes que aceptar una sola mentira!! (Allan Kardec)
Aseveraba el maestro de Lyon,
dándonos a entender la acuciante necesidad de impedir que pasen por
nuestros centros espíritus inferiores con la intención de hacernos
perder el tiempo.
Este hecho, cobra especial relevancia
cuando se ha perdido por completo la facultad de analizar al espíritu
comunicante y su mensaje. Con ello estamos dejando las puertas abiertas
para que espíritus de baja condición se hagan con el control del trabajo
mediúmnico, e influyan en el comportamiento y actitudes futuras de sus
componentes; quienes, de forma inconsciente estarán siguiendo sus
pautas, que tienen como único fin desestabilizar y destruir el trabajo
no sólo de mediumnidad, sino también frenándoles, entorpeciéndoles, y
desviando la atención de sus verdaderos objetivos y compromisos como
grupo de índole espiritual.
Esta es la principal razón por la que
muchos grupos espíritas se encuentran desorientados y confusos pues, al
no descartar comunicaciones equívocas, están admitiendo como válido a
cualquier comunicante. Finalmente lo que se consigue es poner al médium
especialmente, y al grupo en general, bajo la tutela de espíritus
mediocres y frívolos, falsos sabios que de manera muy inteligente van
fijando sus ideas y falsos principios, alejándoles de su verdadera
tarea, los compromisos espirituales adquiridos para la propagación del
Espiritismo y la evolución personal y del grupo.
Un síntoma inequívoco de que se está
produciendo un proceso de obsesión y de perturbación por parte de la
parte espiritual negativa es cuando comienzan a producirse en los
miembros del grupo divisiones y desencuentros que en otros momentos no
se producían, es entonces cuando debemos observar la gravedad de la
situación y tener la humildad suficiente para elevar nuestras oraciones y
volver a la buena senda de la unión.
Debemos tener muy presente el grave
peligro que para todos los grupos Espíritas supone esta circunstancia,
pues, debido al acecho constante del plano inferior, con organizaciones
destinadas a atacar y provocar la falta de unión y entendimiento en los
grupos, se está poniendo en serio peligro su labor. Y suelen lograrlo
con mucha facilidad si bajamos la guardia y no seguimos fielmente las
pautas que los espíritus superiores nos marcan. De este modo
conseguiremos estar bajo su amparo y protección y así, poder librarnos
de los embates de estos hermanos oscurecidos que, en demasiadas
ocasiones logran alcanzar sus propósitos.
Para los grupos, su prioridad será siempre cumplir las reglas que nos dejó el Maestro: La primera: “A mis discípulos se les reconocerá porque se aman” y, la segunda: “Convertirse en hombres de bien, alcanzando cada día un mayor grado de evolución espiritual”.
¡¡Sed pues perfectos como mi padre es perfecto!!
El Amor del que nos habla el Maestro
trae consigo la armonía, la unión, el deseo de trabajar juntos, un
ambiente de paz y confianza, serenidad y paz en el espíritu, haciendo
que las críticas y las opiniones sean aceptadas de buen grado y con
espíritu de análisis y reflexión. Y sobre todo alejan el personalismo y
las pautas de comportamiento individualistas, que llevan a la creación
en los grupos de diferentes facciones.
Muy lejos de estas premisas, entre
muchos grupos espíritas se prioriza la notoriedad, la rivalidad, el
egoísmo y todo tipo de iniciativas que impiden caminar todos juntos. Tal
parece como si cada miembro del grupo tuviese su particular escuela. Al
final, lo que se consigue es una falta de entendimiento y destrucción
de los grupos, que es en definitiva, lo buscado por esos espíritus
burlones y pseudo-sabios.
Este tipo de actitudes y comportamientos
abren una profunda grieta en la formación y evolución de los grupos,
propiciando que se infiltren esos espíritus embaucadores y malévolos, a
quienes les abrimos las puertas y damos todo tipo de facilidades para
conseguir sus propósitos.
¡Cuán pocas críticas se ven en los
trabajos mediúmnicos! Qué poco se llevan a la práctica, el estudio y el
análisis constructivo de los mensajes. Análisis que comienza por el
propio médium, que debe ser el primero en realizar un examen íntimo: De
las condiciones internas con las que llega al trabajo y finalmente,
revisando el desarrollo de su trabajo en él. Él mejor que nadie, sabe
cómo se siente y como ha llevado a término su labor. Debe poseer la
suficiente humildad, educación moral y control de su facultad para
impedir que cualquier espíritu burlón, engañoso y frívolo pueda pasar
por él y comunicarse.
Pero esto, no es únicamente tarea suya,
también recae en el director del trabajo y del resto de los asistentes
quienes, deben participar activamente y someter también al buen criterio
y al análisis, los mensajes recibidos. Nadie se deberá molestar por
ello, muy al contrario, es su deber y obligación hacerlo. Si algún
médium se siente ofendido por ello, estará demostrando su sometimiento a
la voluntad de los falsos espíritus. Esta actitud le descalificaría
como médium espírita.
Debemos tener presente, que los médiums,
generalmente denominados parlantes o de psicofonía, son completamente
conscientes de los mensajes que transmiten y, al igual que el resto de
intervinientes, oyen perfectamente sus propios comunicados. Por mucha
buena voluntad que tengan y aun sin desearlo, acabarán interfiriendo en
mayor o menor medida en los comunicados.
En el caso de los médiums mecánicos, la
situación es completamente diferente, ya que no son conscientes de sus
comunicados, resultándoles por tanto imposible interferir en lo que
transmiten. Estos médiums, son “rara avis” (más bien raros), y podemos
confiar plenamente en sus mensajes.
Si tomamos en consideración todo lo
anterior, debemos tener muy claro que no debemos creer todo aquello que
se diga en los trabajos mediúmnicos y menos, cuando se reitera algo que
ya sabemos de antemano.
Debemos pues, retomar los trabajos
espirituales con la gravedad que merecen, acudir a ellos con la adecuada
higiene psíquica, con deseos de aprender y de llevar a buen término los
trabajos mediúmnicos y perder el temor a la hora de descartar aquellas
comunicaciones que carezcan de transcendencia. Debemos tomarlas como una
parte del desarrollo del médium y un aprendizaje para todos.
El desarrollo de un médium digno de
confianza es un proceso largo, que requiere mucha educación y
estabilidad por su parte y, de la buena escuela que tenga el grupo que
le cobija. La experiencia es un grado y esto no se consigue a corto
plazo, especialmente, si nunca se han sometido las comunicaciones a la
metodología del Libro de los Médiums.
Tampoco debemos caer en el error de la
rutina, considerando que, por el hecho de llevar mucho tiempo realizando
trabajos espirituales, ya estamos en las manos correctas y que podemos
prescindir del estudio y análisis de los comunicados. Los médiums, al
igual que la mayoría de los espíritas, somos personas de grandes
defectos, sometidos a todo tipo de influencias. Podemos estar pasando
períodos de pruebas y crisis y, en cualquier momento, estar expuestos a
la influencia y sometimiento de los espíritus inferiores. Por tanto, no
debemos confiarnos y utilizar siempre el discernimiento y el espíritu
crítico. (Único medio de evitar errores e influencias de los planos
inferiores).
Es el precio a pagar si queremos tener
unas adecuadas comunicaciones en nuestros centros. Debemos por tanto:
Cultivar el análisis, la sana crítica y la ausencia de miedo a la hora
de despreciar cualquier comunicación sospechosa o que carezca de
interés. Tengamos muy claro que los espíritus inferiores saben meter un
grano en un montón de paja y no por ello la comunicación tiene validez.
A título de ejemplo, citar que el buen
amigo Divaldo Pereira Franco, en una de sus conferencias durante un
congreso en España, citó qué, después de 10 años de prácticas diarias en
la facultad de psicografía y, habiendo guardado todas las
comunicaciones recibidas en ese plazo de tiempo, le indicaron finalmente
que las rompiera y tirara, que sólo habían sido parte de su desarrollo,
siendo a partir de ese momento concreto que comenzaba su trabajo de
médium de escritura.
Consideremos este ejemplo como modelo
que nos permita valorar el tiempo necesario para el desarrollo y
educación de una facultad de escritura, mucho más sencilla que la de
psicofonía.
“Traemos estas consideraciones para todos aquellos que desean servir como instrumentos del plano espiritual”.
>137/ Las comunicaciones
instructivas son mensajes formales, que tienen por principal objeto
alguna enseñanza dada por los Espíritus, sobre ciencias, moral,
filosofía, etc. Son más o menos profundas, según el grado de elevación o
de «desmaterialización
» del Espíritu. Para obtener un
fruto real de estas comunicaciones, es preciso que se regularicen y se
continúen con perseverancia. Los Espíritus formales se interesan por
aquellos que quieren instruirse y los secundan, mientras que dejan a
Espíritus ligeros el cuidado de divertir a los que solo ven en estas
manifestaciones una distracción pasajera. Por la regularidad y
frecuencia de estas comunicaciones es como se puede apreciar el valor
moral e intelectual de los Espíritus con los cuales uno se comunica, y
el grado de confianza que merecen. Sí la experiencia es necesaria para
juzgar a los hombres, mayor se necesita para juzgar a los Espíritus. (Allan Kardec, el libro de los médiums, CAP X, Naturaleza de las comunicaciones).
Comentarios
Publicar un comentario