Hipólito León Denizard Rivail, Allan Kardec fue el apostol y el cantor de la bondad de Dios , contaba , al morir por la ruptura de un aneurisma, sesenta y cinco años. Por nuestra parte prescindimos contaros detalles de esta muerte. ¿ Que importa el modo como se parte una espada? Allan Kardec murió a su hora porque su labor estaba hecha.
Nació en Lyon Francia, el 3 de Octubre de 1.804 falleciendo en Paris Francia 31 de marzo de 1869.
El escritor Hipólito León Denizard Rivail, que tuvo como seudónimo Allan Kardec, contaba al morir por la ruptura de un aneurisma con la edad sesenta y cinco años
Ante todo trazaré rápidamnmete las principales lineas de su carrera literaria . Había consagrado la primera parte de su vida a escribir obras clásicas elementales, destinadas especialmente al uso de los inti-tutores e la juventud. Despues de su primera obra El libro de los espiritus publicado 1857 , aparecierón sucesivamente "El Libro de los Médiums o Espiritismo experimental ", " ¿Que es el espiritismo?" o compendio de forma dialogada, " El Evangelio según el espiritismo" "El cielo y el Infierno", "El Genesis" , y la muerte ha venido a sorprenderle en los momentos en que , su infatigable actividad, escribía una obra sobre las relaciones el magnetismo y del Espiritismo.
Nadie como él habria sido capaz de llevar a buen fin aquellas obras de propaganda a las cuales debía sacrificar las largas vigilias que nutren el espìritu, la paciència que educa la voluntad y la abnegación que desafia las nieblas del presente para no ver más que el esplendor del porvenir.
El escritor Allan Kardec ha dado principio por sus obras al dogma que presentían las sociedades más antiguas.
Conviene insistir muy especialmente en un punto: la caridad santamente cristiana de Allan Kardec; de él puede decirse que su mano izquierda ignoraba los beneficios que hacía con la derecha. No tuvo memoria para la infedilidad. Anònimos, insultos, traiciones , injurias sistemàticas, nada le fue escatimado a aquella alma viril que en bloque y toda entera penetró en la inmortalidad.
De todo prescindió el Maestro Allan Kardec para no recordar más que los beneficios.
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