Vinicius Lima Lousada, escribe:
El dolor es una necesidad en orbes como éste donde nos
encontramos. En la vida del Espíritu, él es lo que el fertilizante
es en la vida de la planta. Los hombres, como los árboles, no
deben ocupar en este mundo un lugar inútilmente. Es de ley
que los árboles y los hombres produzcan frutos, cada uno
según su especie y naturaleza. Cuando el árbol se torna estéril,
el agricultor recurre a los procesos aconsejados en el caso: abre
surcos en su tronco y abona la tierra alrededor. Cuando el
Espíritu se estanca en la senda de la evolución, mostrándose
negligente e reincidente en el deber que le asiste de producir
frutos de perfeccionamiento moral y de desarrollo intelectual,
viene el aguijón del dolor a despertarlo. Así es que los abúlicos,
los cómodos impenitentes, los perezosos y los cínicos son
llamados a ocupar sus puestos y forzados a asumir actitudes
definidas y positivas en las luchas de la vida.
La Humanidad terrena está compuesta de elementos retar-
datarios. Ahí se explica por qué el dolor es un patrimonio
común a todos los hombres. Las luchas, las dificultades y el
sufrimiento nos asedian por todos lados y nos asaltan a cada
paso en la senda de la presente existencia. En balde procura-
remos huir a sus investidas. Llega el momento en que nos
vemos forzados a enfrentar los obstáculos y a resolverlos; a
aceptar las luchas y a vencerlas; a encarar el dolor fase a fase
y soportarlo.
Y de todo eso resulta un bien. Después de las refriegas y los
dolores, el Espíritu se siente más capaz y menos egoísta, más
valiente y menos indolente. A la contribución del dolor le
debemos, pues, gran parte de nuestro progreso intelectual y
moral. (20a)
Con el Espiritismo aprendemos que el dolor no representa una
desgracia para el alma. En el sufrimiento, ella tiene un poderoso auxilio para su redención.
En ese sentido, escribe Emmanuel. Por más de 70 años, Chico Xavier estuvo unido con Emmanuel, su mentor espiritual, en la misión de propagar los enseñamientos del Espiritismo:
En el trabajo de nuestra redención individual o colectiva, el
dolor es siempre el elemento amigo e indispensable. Y la
redención de un Espíritu encarnado, en la Tierra, consiste en
el rescate de todas sus deudas, con la consecuente adquisición
de valores morales pasibles de ser conquistados en las luchas
planetarias, situación esa que eleva a la personalidad espi-
ritual a nuevos y más sublimes horizontes en la vida del
Infinito. (31a)
Es interesante que presentemos la diferencia entre pro-
bación y expiación: la probación es la lucha que enseña al
discípulo rebelde y perezoso, el camino del trabajo y de la
edificación espiritual. La expiación es la pena impuesta al mal-
hechor que comete un crimen. (31b)
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El deprimido es alguien que, inexperto y frágil en sí mismo, se
permitió y continua permitiéndose abatir por los dolores. Aun noposee la estructura suficiente para combatir la crisis y permanecer alegre y en paz.
En su miopía espiritual, por regla general, el depresivo no se
da cuenta de que no es el único que sufre. Y cuando percibe que otros también están sufriendo, pasa a pensar que nadie sufre tanto como él.
Enfermo y endeble, se entrega a comentarios infelices,
quejándose y malbaratando la oportunidad de la recuperación íntima. Dominado por la falsa piedad de sí mismo, no desea la cura, a pesar de que muchas veces afirme lo contrario...
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