D. José María Fernández Colavida (Tortosa, 1819 – Barcelona, 1888) , director de La Revista espiritista: Periódico de estudios psicológicos de
Barcelona publica una extensa reflexión sobre la fotografía
espiritista. Por una parte, critica las voces escépticas expresadas en El Espiritismo y El Criterio espiritista. Luego reconoceque
algunas ó la mayor parte de las fotografías recibidas en España,
ofrecen muchas dudas, tanto por la falta absoluta del parecido con los
Espíritus evocados, como por la forma rutinaria de un ropaje, casi
siempre el mismo, poco conforme con la infinita variedad de creaciones
fluídicas que los Espíritus pueden presentar á foco del objetivo.
D. Fernández Colavida añade que está acumulando una colección de fotografías
espiritistas que considera falsificaciones para, finalmente, confesarse
optimista sobre el futuro de la fotografía espiritista.El
tema era candente por ello se recababa la opinión de fotógrafos
profesionales, como es el caso de Pere Fàbregas, que narra los detalles
de una sesión en su taller con unos amigos que le han consultado, dos
médiums, su dependiente. La primera imagen que obtiene no da resultado
alguno, según la afirmación de los propios médiums. Ahora bien, en el
segundo caso, las cosas cambian:Ensayamos
un segundo, y con notable extrañeza por mi parte, vimos aparecer en él
una imagen positiva de un sujeto desconocido. Este hecho, verdaderamente
raro, nos hizo vacilar en nuestras opiniones y casi declarar
victoriosos á los médiums, que nos consideraban derrotados. Antes de
cederles por completo el triunfo, y creyendo todavía que el fenómeno
ocurrido podía tener natural explicación en algún hecho que pudo haber
pasado desapercibido para nosotros, resolvimos sacarlas positivas del
cliché, que nos dieron pruebas negativas sobre el papel, de donde pude
deducir inmediatamente que en aquel fenómeno nada habían podido influir
los espíritus, ni á ellos en modo alguno debía atribuirse, puesto que
estudiando la obtención del cliché, podía darse al fenómeno explicación
clara ó incontestable (Fabregas, 1874).Y después de dar unas largas explicaciones técnicas sobre el proceso fotográfico seguido termina diciendo que
inadvertidamente quedó el cristal apoyado sobre un cliché que
había ya servido, y que allí se encontraba con el objeto de ser
borrado, porque no pensábamos volverle á utilizar. Sucedió
incidentalmente que el cliché citado se hallase entre la luz y el cristal preparado, por lo que indudablemente fué impresionado en las partes en que la luz hirió de un modo directo. Sirviéndonos después del revelador, hicimos aparecer la imagen en todos sus detalles. La imagen obtenida era una, positiva de la negativa en que habíamos apoyado inadvertidamente el cristal preparado, y que fué luego la causa del fenómeno en cuestión.
La fama que Buguet tenía entre los espiritistas franceses fue en aumento a partir de junio de 1874 cuando la Revue Spirite comenzó
a publicar fotografías acompañadas de testimonios que afirmaban
reconocer a los espíritus que en ellas aparecían. En la época, la
dificultad técnica y el coste económico de estas reproducciones en una
revista de 1.500 ejemplares, demuestra su implicación en dar
credibilidad a Buguet y al fenómeno (Chéroux, 2005). Ahora bien, el
asunto llamó la atención de la policía que no vio en ello más que una
estafa de manera que en abril de 1875 Buguet fue arrestado.En el mes de junio se inició el juicio que se reflejó en la prensa espiritista española de forma desigual. Por ejemplo, La Revista espiritista no hizo mención alguna al proceso durante todo el año 1875. Por su parte, El Espiritismo se
vio obligado a esperar al 15 noviembre para informar ya que no pudo
editarse desde mediados de julio por orden del Negociado de Prensa del
Gobierno Civil de Sevilla. Este tipo de suspensiones forzosas no eran
nada extrañas y no estaban necesariamente vinculadas a la temática
(García Rodríguez, 2003). Como contrapartida, en cuanto aparece de
nuevo, le dedica un amplio espacio. En un primer artículo titulado
“Proceso de Buguet y Leymarie” Francisco Martí revisa la postura
escéptica de la revista plasmada en la correspondencia que durante al
año anterior se había publicado; no olvida los insultos recibidos desde
París; y, finalmente, celebra que la acción de la justicia haya puesto
las cosas en su lugar (Martí Bonneval, 1875). A continuación, el
periódico espiritista comienza a versar en español una extensa nota del Journal des débats politiques et littéraires (Bulletin
judiciaire, 1875) en el que se detalla la crónica judicial. El
contenido completo de la narración se alargaría durante meses.
6. Fotografías espiritistas en Crevillent
Hay que esperar veinte años para tener de nuevo noticias de fotografías espiritistas realizadas en España. Leemos en la Historia de la filosofía en España hasta el siglo XX que
a principios de la década de los 90 “José Muñoz López, de Yecla,
publicó varios artículos sobre los éxitos de la fotografía espiritista
obtenidos en Crevillente con la médium doña Dolores Más” (Méndez
Bejarano, 1928, p. 528). Por otra parte, Virginia Milner Garlitz (2007,
p. 27) apunta que “había mucho escrito sobre la fotografía espiritista
en el período, por ejemplo, los artículos de [Paul] Gibier o los de José
Muñoz López de Yecla en 1891 mencionados por Méndez Bejarano”.
En 1892 —o quizás en 1893— se editó en Yecla lo que parece ser un opúsculo en defensa de la mencionada médium titulado Observaciones y crítica á un comunicado, contestando á injustas apreciaciones sobre el Espiritismo y la medium Dolores Mas (Ojeada retrospectiva, 1894). Por otra parte, La Soflama,
y otros semanarios yeclanos hicieron diversas menciones de corte
escéptico a esta médium durante el verano de 1892 (López Serrano, 1991).
También
era crítico con dichas imágenes Manuel Otero Acevedo, un médico de
origen argentino afincado en Galicia, precursor de los estudios de
neurología en España y estudioso de la investigación psíquica
experimental (Graus Ferrer 2014). Manuel Otero confiaba en la
autenticidad de las fotografías espiritistas obtenidas por
investigadores como Crookes, pero no creía que se trataran
materializaciones de espíritus, sino exteriorizaciones de los médiums,
el llamado “fantasma de los vivos” según la terminología acuñada por
Gurney, Myers y Podmore (1886). Paralelamente consideraba fraudulentas
las fotografías espiritistas obtenidas sin control científico y a menudo
comercializadas.
En las
fotografías de Crevillent, Manuel Otero critica de forma velada la
credulidad de los espiritistas que defendían su autenticidad (Monge
López, 2015). En un artículo publicado en La Ilustración artística se
refiere a unas imágenes que, sin identificar su origen, por la fecha
parece corresponderse con las de la población alicantina del Vinalopó:
las
fotografías que vi en la reunión aludida ofrecen de notable sobre
cuantas hasta ahora conozco las particularidades de haber sido
conseguidas á la luz del día, estando la médium en perfecto estado
normal y prestándose complacientes buen número de espiritistas á ser
retratados con ella, sin exigencias de ninguna clase por parte de los
mismos (Otero Acevedo, 1892).
Añade también que consciente de que no puede probar la falsedad de las imágenes, quiere
mostrar
de qué manera pueden hacerse muy semejantes á las espiritistas, sin que
intervengan en su obtención fuerzas desconocidas; basta un fotógrafo
artista, que en el caso presente lo ha sido el Sr. Laurent[4], al cual envío el testimonio de mi gratitud.
En
su emulación Otero opta por una imagen en la que aparece posando él
mismo a la vez que lo hace como falso espíritu, para que no pudiese
objetarse de la realidad del montaje. Aclara que el procedimiento
seguido es el mismo que el de Buguet, doble exposición, aunque aclara
que podría haber impresionado sucesivamente el positivo a partir de dos
negativos distintos.
Así que, a
finales de siglo XIX la fotografía espiritista en España, era un tema
suficientemente popular para dar su salto a la literatura. En 1899 Pio
Baroja escribe Medium,
narración en la cual el personaje principal realiza una fotografía a la
familia de un amigo y, al revelarla, observa una mancha obscura sobre
la hermana de su amigo, una mujer con capacidades telequinésicas. La
sombra es un espíritu que le está hablando al oído. Muy poco tiempo
después, Valle Inclán, en el capítulo 5 de su novela por entregas La Cara de Dios,
menciona en una fotografía la aparición de un espíritu responsable de
los desmanes sobrenaturales que se producían en cierta vivienda.
7. Publicación de fotografías
Hacia finales de 1903 la lmprenta y Librería de Carbonell y Esteva[5] de Barcelona publicaba un álbum con 38 fotografías espiritistas. Las 9 primeras
fueron tomadas mayoritariamente en Manila en fecha desconocida,
esencialmente con el médium de José Azas (F2), y pertenecían a la
colección de un amigo suyo, el díscolo sacerdote catalán Salvador Pons i
Torres, residente en Filipinas desde 1884 (Cruz, 2017), entonces un
territorio español de ultramar. El resto de imágenes corresponden al
médium de origen alemán establecido en Washington Theodor Hansmann.
En 1905 aparece en el semanario espiritista barcelonés .Los albores de la verdad un
artículo titulado “Una fotografía espirita” firmado por Daniel Grang,
pseudónimo de Ángel Grinda Güinter (D. Ángel Grinda, 1908). El escrito
nos hace saber que en los últimos días de diciembre había llegado a la
población onubense de Isla Cristina el fotógrafo Carlos Colón. En esa
época todavía era corriente esta actividad ambulante. Tras su llegada,
los espíritus guías del grupo isleño Amalia Domínguez al que pertenecía
Grinda les sugirieron que intentaran realizar una fotografía
espiritista. El retratista aceptó con facilidad la propuesta “á pesar de
ser completamente profano en nuestras ideas”, según se nos específica.
Adquirieron directamente las placas en un comercio y, después de unos
ensayos guiados por los espíritus, alcanzaron el éxito:La
estupefacción del artista llegó al colmo al revelar la placa
fotográfica que momentos antes le habíamos entregado y cuya revelación
tuvo lugar á presencia de todos los asistentes al acto, viéndose, con
general asombro, las tres figuras que
aparecen en él además de las tres personas realmente colocadas delante
del objetivo, causando emoción profunda el momento en que se produjo el trance total del médium, como puede apreciarse en la fotografía (Grang, 1905).
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