El libro de los espiritus del escritor Allan Kardec ha prestado un gran servicio a la filosofía, al despertar la atención y provocar discusiones sobre hechos que hasta entonces pertenecían al dominio mórbido y funesto de las supersticiones religiosas, considerando que el examen metódico de los fenómenos denominados erróneamente sobrenaturales, lejos de renovar el espíritu supersticioso y de debilitar la energía de la razón, aparta, por el contrario, los errores y las fantasias de la ignorancia, yu sirve mejor al progreso, mucho mejor que la ilegitima negación de los que no quieren tomarse el trabajo de ver.
Y visto que sabemos que su alma eterna sobrevive a estos despojos mortales, del mismo modo que ha preexistido a ellos; visto que sabemos que lazos indestructibles unen a nuestro mundo visible con el mundo invisible, visto que esta alma existe hoy tanto como hace tres dias, y que no es imposible que se encuentre ahora en mi presencia, digámosle que no quisimos que se desvaneciese su imagen corpórea encerrada en el sepulcro, sin que unánimente rindiéramos homenaje a sus trabajos y a su memoria, sin que pagáramos un tributo de reconocimineto a su encarnación terrena, tan útil y tan dignamente completada.
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