El Espiritismo no admite la existencia de los llamados demonios, pero admite la existencia los malos espíritus.
Los espíritus no son, como se cree vulgarmente, de creación distinta; son las almas de los que han vivido en la Tierra o en otros mundos despojados de su envoltura corporal. El que admite admite la existencia de alma superviviente al cuerpo, admite por lo tanto la de los espíritus; negar a éstos equivale a negar aquélla. Vulgarmente nos formamos una idea falsa de los espíritus; no son éstos, como creen algunos , seres vagos e indefinidos, ni llamas como las de los fuegos fatuos, ni fantasmas como las de los cuentos de aparecidos. Son seres semejantes a nosotros, que como nosotros, tienen un cuerpo, pero fluídico e invisible en estado normal. El Espiritismo no admite los demonios, pero admite los malos espíritus, que no valen mucho más y que causan tanto mal como ellos sugiriendo malos pensamientos, son seres atrasados, imperfectos aún, pero a los cuales reserva Dios el porvenir. Está en esto conforme con la iglesia católica griega que admíte...